Radio Puntual FM Riobamba

La Pescadería de La Bota, una historia de 44 años que creció junto con el barrio

La pareja ha buscado mantener la calidad y el sabor de sus platos para sus clientes. Fotos: Julio Estrella / EL COMERCIO

En el valle de El Chota, Ligia Acosta y Luis Carabalí decidieron dos cosas: casarse y vivir en Quito. Han pasado 65 años. Con el tiempo, los pocos sucres y sin grandes oportunidades de empleo, empezaron su propio negocio. Después de cuatro décadas, su restaurante ha sobrevivido al tiempo, a la dolarización y a la pandemia. Él, con 86 años, y ella, con 85, crearon un equipo de trabajo, en el que uno compra y sazona y otra fríe y sirve: los ‘Pescados de la Bota’.

Llegar a este lugar entremezcla curiosidad y nostalgia. La calle amplia y el parque frente a la pescadería son como  un viaje a los pasos recorridos en la niñez por esta hueca quiteña.

Ligia y Luis han creado un negocio de 44 años y una familia de nueve hijos, 34 nietos y 32 bisnietos. Fotos: Julio Estrella / EL COMERCIO
Ligia y Luis han creado un negocio de 44 años y una familia de nueve hijos, 34 nietos y 32 bisnietos. Fotos: Julio Estrella / EL COMERCIO

En un día laboral, la pareja está en su local con el último de sus bisnietos: Arniel, de un año. La música salsa de Ismael Rivera envuelve el ambiente del salón. Hay profundo aroma a mar, a pescado fresco,  pero también al aliño de Luis.

El comedor y la cocina están enmarcados con plantas, un parlante con luz intermitente y una decena de divertidos rótulos con frases como: “Bienvenidos todos, la casa es chica pero mi corazón es grande”, “Prohibido estar trompudo”. Además, las paredes están adornadas con reconocimientos a su restaurante  y del equipo de fútbol El Nacional, el otro amor de Luis.

La primera parte de la charla se da en un cuarto contiguo. Los anfitriones abren las puertas de su negocio y de su vida junto a los congeladores. Muestran la variedad de tamaños de picudos y coinciden en que su sabor se potencia con la maceración. Por supuesto, con una receta de secretos e historia.

Hablar de sus platos va más allá de una lista de ingredientes: es recordar que empezaron, en 1978,  con una mesa, una carpa, 100 sucres y una camioneta Ford 350.

Para Luis su trayectoria se edifica en el cuidado y respeto a sus clientes.

“Mi padre decía: si le merecen hay que corresponder y yo correspondo con lo que tengo: mis pescados”, cuenta mientras insiste en cerrar la segunda parte de la charla con platos de picudo frito, acompañados de yuca y curtido de cebolla con tomate. El aroma y el color de estos crean un baile de los sentidos y los recuerdos.

Ligia tiene la rapidez de la experiencia en las manos y prepara los pescados en minutos. Fotos: Julio Estrella / EL COMERCIO
Ligia tiene la rapidez de la experiencia en las manos y prepara los pescados en minutos. Fotos: Julio Estrella / EL COMERCIO

El lugar y las luchas

La Bota, al que hace honor el nombre de esta pescadería, se fundó en 1972 en una sección de lo que fue la Hacienda Carretas. Pasó a formar parte de la periferia urbana de la parroquia Comité del Pueblo. En una ciudad, como la mayoría de las latinoamericanas, donde la desigualdad marcó -y lo sigue haciendo- la exclusión tampoco fue ajena a esta zona.

La compra de los lotes por quiteños sin casa propia y por migrantes de Ibarra, El Chota, San Gabriel y Tulcán se dio después de años de reivindicaciones populares y resistencia ante el abandono de los gobiernos de turno. Estas fueron encabezadas por grupos sociales, por estudiantes de la Universidad Central y por militantes del Partido Comunista Marxista Leninista del Ecuador (Pcmle).

Los Carabalí y varios residentes de La Bota sentían que luchaban diariamente por insertarse, por tener un espacio de vivienda con al menos condiciones dignas. Más allá de las consignas, pudieron resolverlo con muchos años de trabajo.  Crearon sus propias oportunidades. Construyeron y desarrollaron sus espacios con ingenio con recursos limitados.

 Marcaron la lógica vecinal en un barrio que sigue intentando mejorar en las lejanías de lo que los especialistas denominan: el ‘hipercentro urbano’.