
Las pruebas rápidas ya han sido usadas a lo largo de la pandemia, por los laboratorios y también por brigadas. Foto: EL COMERCIO
Desde este jueves 17 de agosto de 2022 están en percha las pruebas caseras para la detección de covid–19 en el país. 10 marcas entrarán al mercado en cuanto obtengan los registros sanitarios, aprobados por la Agencia Nacional de Regulación, Control y Vigilancia Sanitaria (Arcsa). Tres ya tienen autorización.
La venta de los test comienza en Quito y en Guayaquil; se prevé que se extienda a otras ciudades en esta semana. Por ahora se anunció que una cadena farmacéutica empezará con la comercialización.
El Ministerio de Salud Pública (MSP) había anunciado que desde el inicio de esta semana estarían disponibles las pruebas. Sin embargo, el ministro José Ruales dijo que algunos importadores de los dispositivos están realizando trámites adicionales en aduana y en bodega para la distribución.
Además, el Gobierno termina de calibrar la aplicación para el registro de los resultados en línea. El martes 16 de agosto fue presentado el sistema, que funciona al escanear un código QR. El reporte será voluntario.
“Es información epidemiológica adicional, que no será incorporada como datos oficiales, pero nos sirve para conocer los lugares donde se están produciendo los contagios (…). A veces puede ser información no del todo verídica, pero nos sirve para un rastreo general”, dijo el ministro Ruales.
La fijación del costo
El MSP no habla sobre los costos. Ruales explicó que la fijación de precios para dispositivos de este tipo depende de la oferta y la demanda en el mercado internacional y de los acuerdos de proveedores con las cadenas de farmacias.
Cristina Murgueitio, directora de la Asociación Ecuatoriana de Distribuidores e Importadores de Productos Médicos (Asedim), explica que en la legislación nacional no hay control de precios para dispositivos médicos. A escala global, los valores referenciales de las pruebas de autodiagnóstico varían, entre USD 10 y 12 por unidad.
Cinco empresas que son parte de Asedim han solicitado los registros sanitarios para la importación de pruebas. Estos test son fabricados en países como Estados Unidos, Suiza, Alemania y China.
La normativa local incluye, además, un proceso de aprobación corto para los productos que han sido certificados por agencias internacionales de alta vigilancia sanitaria, como la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos) o el Foro Internacional de Reguladores de Dispositivos Médicos (Imdrf).
«El resto -aquellas marcas que no cuenten con estas certificaciones- tiene que ser sometido a un exhaustivo análisis; no podemos poner en riesgo a la población”, alerta Murgueitio.
Una campaña para el buen uso
La efectividad de las pruebas de autodiagnóstico depende de cómo se tome la muestra. El epidemiólogo Federico Cabrera, del Hospital Luis Vernaza, explica que los virus suelen ubicarse en la parte superior de la nariz. “Si se hace un hisopado superficial puede salir un resultado negativo, y no sería fiable”. Si bien las pruebas tienen instrucciones de aplicación, el especialista sugiere que desde el MSP se desarrolle una campaña para el correcto uso de estos test.
Cabrera también aconseja que se mantenga el contacto con un médico para que determine, según los síntomas existentes, la necesidad de realizar o no una prueba rápida en casa. Este análisis está indicado cuando hay síntomas -durante 48 horas- o cuando se tuvo contacto estrecho con una persona con diagnóstico positivo, para detectar casos asintomáticos.
David Larreátegui, médico internista especializado en Enfermedades Infecciosas, recomienda que se haga una selección rigurosa de la calidad de las pruebas. Aconseja acceder a páginas de organismos como la FDA para confirmar la certificación internacional.
Sobre su uso, aclara que es tan sencillo como hacer un test de embarazo y aporta al diagnóstico precoz. Las pruebas de autodiagnóstico aplican la inmunocromatografía, una técnica que permite ver una reacción antígeno-anticuerpo. «El rendimiento de estas pruebas ayuda a disminuir la capacidad de contagio de una población -asegura Larreátegui-. Es más probable que un paciente asintomático tenga un resultado positivo y se aísle, a que haya un falso negativo en un paciente con síntomas”.