
La Unidad Educativa Herlinda Toral, de Cuenca, es uno de los planteles que registra bajas estudiantiles. Foto: Lineida Castillo / EL COMERCIO
La educación sigue con saldos negativos en el país. Este año académico se matricularon 1 777 282 estudiantes en la Sierra y la Amazonía, una disminución en relación con el año anterior, en que hubo 1 833 957; es decir, 56 675 menos. Migración, trabajo infantil y deserción escolar son las principales causas de la reducción de la población estudiantil.
“La pobreza hace que los chicos abandonen la educación”, asegura Rubén Lema, maestro azuayo.
El pasado jueves 1 de septiembre, en la inauguración del año lectivo, los niños hablaban de la ausencia de algunos compañeros.
Valentina estudia en la Escuela Enriqueta Cordero Dávila, de la parroquia cuencana de Baños. La menor de 10 años cuenta con pesar que se enteró por terceros que su mejor amiga, Andrea, migró a Estados Unidos en julio pasado. “No la veré más y tampoco se despidió”, acota.
El año lectivo anterior, esta escuela rural registró unos 50 estudiantes menos por la migración. En aquella ocasión, el director Rodrigo Gallegos explicó que quienes dejaron el plantel son niños ecuatorianos que migraron a Estados Unidos, así como también venezolanos que regresaron a su país o avanzaron a otro.
Seguimiento educativo
Lo mismo encontraron en el seguimiento realizado a los más de 500 estudiantes de Azuay, Cañar y Morona Santiago, que el año anterior abandonaron las aulas. Así lo confirmó la coordinadora de la Zonal 6 del Ministerio de Educación (ME), Joana Abad.
Las autoridades reconocen que el problema creció con la pandemia y el desempleo de los padres o de la reducción su salario.
Históricamente, las tres provincias han registrado altos niveles de éxodo de las familias. Estados Unidos reportó en 2020 y 2021 más niños, entre ellos ecuatorianos, cruzando la frontera.
En cambio, los estudiantes extranjeros, principalmente venezolanos, por su propia movilidad regresan a su país o siguen avanzando hacia el sur, en busca de oportunidades laborales, explica Abad.
Trabajo infantil
En mercados, ferias y calles de Cuenca, Azogues, Loja, Riobamba, Ambato, entre otras ciudades, es común ver a niños trabajando.
Jairo terminó el séptimo de básica en una escuela del cantón lojano de Espíndola. Este año no está matriculado, porque ayuda a su madre en la venta de bocadillos en fiestas religiosas de Loja. “Salimos a las 07:30 y regresamos a casa después de las 22:00”, apunta.
El Instituto Nacional de Evaluación Educativa (Ineval), en su última encuesta, determinó que el 61% de alumnos del país ha enfrentado dificultades económicas en sus hogares. Según la Unicef, esto aumenta la deserción escolar.
En cifras
Las instituciones particulares perdieron 42 721 alumnos, las fiscomisionales 29 854 y las municipales 5 359. La educación fiscal ganó 21 249.
Las provincias con menos jóvenes matriculados son Pichincha, Cotopaxi, Azuay, Cañar, Bolívar, Chimborazo, Tungurahua y Napo.
Según el Ineval, el 24,6% de estudiantes de séptimo de básica dijo que trabaja. De décimo de básica, el 36,6%; y de tercero de bachillerato, el 38,2%.
El Ministerio de Educación no tiene un plan integral para recuperar a los alumnos que se han ido.