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La cultura afro se mantiene viva en Quito

Ofelia Lara es especialista en medicina ancestral, lideresa local e integrante de organizaciones nacionales e interna­cionales. Fotos: Carlos Noriega / EL COMERCIO

Cánticos resuenan en una casa en el sur de Quito, donde las voces de Ofelia Lara, Karla Viteri, Siomara
Quiñónez, Roxana Jaramillo y Doris Segura
se elevan para recordar que las raíces afroecuatorianas están vivas, crecen y generan conexiones. Las mujeres, sobre un manto con flores, recuerdan el legado que las llevó a impulsar sus tradiciones.

Octubre es el Mes de la Afroecuatorianidad. Las cinco activistas, integrantes de diversas organizaciones, no hablan de festejo sino de reconocimiento, derechos, respeto y acciones.

Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), el registro de población y vivienda 2010 dio cuenta de las personas autoidentificadas como afrodescendientes en Quito: en la zona rural 28 426, y en la urbana 76 333. Un nuevo levantamiento de información arrancó en este mes.

Ofelia, por ejemplo, lleva 35 de sus 58 años en la capital. Comparte los saberes heredados de las mujeres de su familia en el valle del Chota (entre Imbabura y Carchi), en el Centro Médico Ancestral Antídoto y “voy adonde me necesiten”. Combina los elementos tradicionales con nanotecnología e imparte sus conocimientos en la Academia de Saberes Ancestrales La Cochita Amorosa, en el Comité del Pueblo, norte de la ciudad.

Siomara Quiñónez, Roxana Jaramillo, Ofelia Lara, Doris Segura y Karla Viteri integran organizaciones que difunden tradiciones y saberes. Foto: Carlos Noriega / EL COMERCIO

Ofelia, madre de dos retoños, es dirigente de la Organización Centro de Investigación de la Mujer de Piel Africana, con 60 integrantes activas y sus familias, que suman unas 200 personas. Está en las filas de organizaciones provinciales, nacionales e internacionales.

Karla, Roxana y Doris integran el colectivo Addis Abeba (nueva flor), que surgió hace cinco años y que hoy suma 45 jóvenes. La etnoeducación es el puntal del grupo, que cuenta con la Biblioteca Negra Haile Selassie (sede Ecuador), así como pasarela “afrocentrada”.

Roxana, periodista de 27 años, detalla que llegan a la gente con el origen de elementos como los tribales africanos. Son turbantes que, según la ubicación del atado, revelan si una mujer es casada, soltera, etc. Conservan aspectos tradicionales y respetan la individualidad.

Karla es productora, fotógrafa y parte de la cultura rastafari, que “va más allá de la música, es espiritual, una forma de vida”. En Addis Abeba buscan un despertar, “regresar a ver a mamá África”. Con esta premisa han llegado a comunidades como La Victoria, en Imbabura. Las personas pueden contactar al grupo por redes sociales.

Siomara, tecnóloga en Ciencias y Saberes Ancestrales y abogada, integra del Centro Médico Ancestral la Fe (Solanda y puente 1) y es presidenta de la Asociación de Jóvenes Ecuatorianos Ubuntu, con 150 integrantes (50 en Quito). En su sangre lleva los conocimientos de sus abuelos y emplea medios energéticos como piedras.

Ella apela al despertar del “ojo que nos durmieron con la esclavitud”, al respeto de los derechos.

En esa línea, Gissela Chalá, segunda vicealcaldesa de Quito, afroecuatoriana, destaca que si bien aún hay luchas, también conquistas, como en 1998, con el reconocimiento de los derechos colectivos y los avances en la Constitución de 2008.

En Quito, en 2007, se logró una ordenanza, creada por organizaciones de sitios como Carapungo, unos de los sectores con gran presencia de afroecuatorianos.

En agosto de 2022, el Concejo Metropolitano aprobó la Declaración del Día de la Mujer Afrolatina y de la Diáspora, cada 25 de julio, en homenaje a quienes han contribuido a forjar sociedades más justas y equitativas. En la actual Alcaldía se suscribió un acuerdo por un Quito libre de discriminación.

Sin embargo, todavía restan acciones. Más aún cuando, indica la Vicealcaldesa, la población afroecuatoriana es una de las más afectadas por la crisis sanitaria.

Entre las actividades que desarrollan en Quito están: comercio, industria manufacturera, alojamiento, servicios administrativos, etc. Alas dificultades, Ofelia responde: “Las mujeres sabias no se quejan, buscan soluciones”, sostenidas en -como exclama Doris- una “cultura afro que es poder”.

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